La declaración del ministro marroquí de Asuntos Exteriores sobre la baja probabilidad de éxito de las negociaciones sobre el Sáhara Occidental, debido al bloqueo de la oposición del Frente Polisario y Argelia, encuentra su sentido precisamente en la relación viciosa que entretienen Argel con el movimiento separatista . Está claro, el Frente Polisario no tiene autonomía de decisión sobre Argel. En éste caso, ¿puede reclamar el derecho a negociar? ¿Està en derecho a presentarse como representante del pueblo saharaui que pretende defender? El bloqueo de miles de saharauis hacinados en los campamentos de Tinduf, así como la falta de libertad de expresión en éstos asentamientos son indicativos de una situación de engaño en lugar de representatividad. Porque, a pesar de la insistencia de las organizaciones no gubernamentales internacionales y de la defensa de los derechos humanos, Argelia y el Frente Polisario hasta ahora rechazan obstinadamente cualquier censo de los saharauis de Tinduf por el ACNUR.
Sin inmutarse, el Frente Polisario y Argelia mantienen los campamentos cerrados al mundo exterior, sin ningún medio de control internacional sobre lo que realmente sucede allí. Decenas de miles de saharauis son estacionados a la fuerza en un duro desierto del suroeste de Argelia, no por su propia causa, sino para servir a fines políticos argelinos en la región. Diseños que están visiblemente frustrados por el proceso de negociaciones llevadas a cabo desde el 2007 bajo los auspicios de la ONU. Y toda la dinámica del proceso de las Naciones Unidas se basa precisamente en la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental. Esto explica el bloqueo opuesto por Argelia y el Polisario. En espera del desbloqueo de la situación, son decenas de miles de mujeres y hombres que siguen languideciendo en condiciones inhumanas que puede proporcionar el desierto inhabitable bajo la mirada de los militares de Argelia y las milicias del Frente Polisario.