En el momento en que se prepara una nueva y otra reunión informal entre Marruecos y el Polisario, que se celebrará el 21 de enero, cerca de Nueva York para tratar de llegar a una solución de la cuestión del Sáhara Occidental, el pueblo saharaui estacionado en el desierto argelino de Tinduf sigue languideciendo en la indiferencia y la negación de sus derechos fundamentales.
Privados del derecho a la libertad de circulación y la libertad de expresión, decenas de miles de saharauis esperan una solución a un conflicto que ha durado más de 35 años. Un conflicto que trasciende las cuestiones regionales que opone a Argelia a Marruecos sobre el Sáhara Occidental son complicados y difíciles. La escandalosa situación que prevalece en los campamentos de Tinduf, dirido con puño de hierro por el Polisario y los militares argelinos,que finalmente desemboca en la desesperación de cientos de jóvenes saharauis inactivos. Algunos optan por huir y regresar a Marruecos para escapar de problemas, pero muchos otros tienen miedo de ser cogidos y sufren la misma suerte que le fué reservada para el disidente del Polisario, Mustafa Salma. El ex responsable del Polisario había sido detenido en septiembre del 2010 y recluido en régimen de incomunicación durante más de dos meses, simplemente por atreverse a apoyar públicamente el plan de autonomía propuesto por Marruecos para el Sáhara.
Bajo la presión internacional y gracias a la acción determinada ejercida por las organizaciones internacionales de derechos humanos, el Polisario y Argelia se han visto obligados a liberar Mustafa Salma. Pero fue sólo una concesión destinada a calmar los medios de comunicación y las ONGS internacionales. Para el disidente del Polisario, que desde entonces ha sido reprimido en Mauritania, todavía no se le ha permitido regresar junto con su esposa e hijos en Tinduf. Él espera como miles otros saharauis ser reintegrado en sus derechos.