La paradoja de la política exterior de Argelia se encuentra en su peor momento. La declaración unilateral de la independencia de los tuaregs del Azawad, amputàndo la mitad del territorio de Malí, ha hecho caér el telón sobre la verdadera cara hegemónica del poder argelino a las órdenes del presidente argelino, Abdelaziz Buteflika y de sus generales. Incluso la prensa argelina, en sus ultimas ediciones, revelado las contradicciones de la diplomacia argelina, señalando que «cuando el gobierno argelino bloquea cualquier desarrollo de las relaciones entre Argelia y Marruecos, debido a la independencia del Sáhara Occidental, se rebela contra la decisión del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), que decretó la independencia del Azawad, tras el rechazo de sus numerosas peticiones de referéndum «. En las maniobras, comentan las mismas las fuentes, los argelinos buscan implicar » la repropia Túnez en el conflicto del Sáhara Occidental para aislar o al menos poner en difícultad Marruecos en el nuevo equilibrio de poder».
«La estrategia de mantenimiento de la tensión y de las manipulaciones tácticas de Argel, que dieron lugar a una pequeña Berezina en el Sahel, parece repetirse en el norte de África.» También debemos recordar que en una reciente reunión en Nuakchot dedicada a examinar la situación de seguridad en Malí y el Sahel, tras la ofensiva militar del 22 de marzo en contra de la autoridad legítima en Bamako, los ministros de Relaciones Exteriores de los países del frente (Mauritania, Argelia, Níger …) condenarón enérgicamente el golpe de Estado y reiteraron su compromiso con los principios de respeto a la inviolabilidad de las fronteras, la integridad territorial y la soberanía de los Estados, aprobada en los estatutos de la Unión Africana y las Naciones Unidas. Como tal, la diplomacia argelina se registró en falso contra ésos principios ideológicos, a sabiendas de que el gobierno argelino ha reclamado siempre el título de defensor del derecho de los pueblos a la libre determinación como lo hace en nombre del Frente Polisario. ¿Cómo puede entonces el régimen argelino justificar esta política de doble rasero cara con su vecino marroquí que sólo reclama el derecho a la inviolabilidad de sus fronteras y su integridad territorial? La respuesta no puede estar en el fortificado palacio de Al Muradia.