Los abuso y las graves violaciónes de los derechos humanos cometidos por los dirigentes torturadores del Polisario en los campamentos de Tinduf, no empezaron ayer. Los saharauis victimas de estas violaciónes todavía conservan fresca la represión de la revolución de octubre de 1988 en Tinduf.
En el transcurso de un seminario celebrado en Casablanca, el foro de apoyo a los autonomistas de Tinduf (FORSATIN), en colaboración con la Coalición Internacional para el apoyo a la autonomía en el Sahara marroquí, los semiranistas recordaron las «violaciónes graves de derechos humanos cometidas durante la represión de la rebelion en los campamentos de Tinduf, en 1988 «. Los manifestantes arrestados, aseguraron, padecieron estas violaciónes que les han marcado de por vida.
Noureddine Bilali Idrissi, recuerda que este levantamiento, en el que participó, fue reprimido a sangre y violencia, bajo la impulsion de las autoridades argelinas. El objetivo era silenciar las voces que se alzaron en contra de las condiciones de vida y el sufrimiento trágico que prevalecía en los campamentos de Tinduf.
La represión, el encarcelamiento y la tortura han sido el destino de una gran parte de los manifestantes, incluidos niños y mujeres, señaló Idrissi, afirmando que «más de 700 mujeres fueron torturadas, algunos estaban desnudos en el frío glacial «.
Pero este levantamiento, dice, al mismo tiempo, ayudó a romper la barrera del miedo en los campamentos.
Otro testigo de la insurrección, El Biyyat Zegham afirmo que las medidas de seguridad y represivas impuestas a las poblaciones (jóvenes, mujeres y ancianos), no pudo evitar su rebelión contra la injusticia y la tiranía política.
Al practicar la política del discurso único, añade Zegham, la dirección del Polisario aseguraba la exclusión de otras voces en la liquidación física o prisión.
Además, recuerda, los torturadores del Polisario utilizan el sufrimiento de los refugiados saharauis y los detenidos para enriquecerse a través de la ayuda internacional y con fines de propaganda en el extranjero.
Así, la Revolución de Octubre de 1988 no sólo revelo el verdadero rostro de los que gobiernan con un puño de hierro en los campamentos de Tinduf, pero también ha dado lugar a la aparición de una élite política madura y abierta, como Mustafa Salma Ueld Sidi Mulud, quién fue desterrado en Mauritania y lejos de su familia por haber apoyado abiertamente el plan de autonomía propuesto por Marruecos para poner fin a la disputa territorial oponiéndole al movimiento separatista.