El enviado de la ONU, Ban Ki-Moon para el Sahara, Christopher Ross «nunca va a volver en el Sahara marroquí», dijo el Ministro de AAEE de Marruecos, Salaheddine Mezouar, el 7 de noviembre, la agencia de noticias española EFE.
Las palabras del jefe de la diplomacia marroquí, dijo un politólogo bastante conocedor del conflicto del Sáhara Occidental, han de incluirse en la estela del fracaso del mediador de la ONU en la búsqueda de un resultado aceptable por las partes en el conflicto en este espinoso asunto.
De hecho, las negociaciones que impulsa el diplomático estadounidense Christopher Ross se arrastran desde su nombramiento para este cargo en enero de 2009 por el Secretario General de la ONU. En virtud del mandato que le confió, Ross fue asignado a trabajar con las partes en conflicto y los estados vecinos, sobre la base de la resolución 1813 adoptada por el Consejo de Seguridad (CS) el 30 de abril de 2008. En la misma resolución El CS reconoce «los esfuerzos serios y creíbles desplegados por el reino», en alusión a su plan de autonomía para el Sahara y llamado en este sentido, a » negociaciones intensas y de fondo basadas en el realismo y espíritu de compromiso «.
Seis años más tarde, el politólogo señaló, que no es para nada raro de constatar que Ross en realidad no ha aplicado las instrucciones de su jefe, Ban Ki-moon, y del Consejo de Seguridad, ya que hasta la fecha de hoy, la mediación todavía está estancada.
Es precisamente por estas razones que Marruecos, su rey y su ministro de AAEE tienen pleno derecho a exigir del enviado personal de Ban de ofrecerle avances concretos en lugar de seguir dando vueltas sobre si mismo y es en Rabat donde se encuentran sus verdaderos socios y no en el Sáhara Occidental, según lo exigido por la ONU.
Estas son las mismas razones que nexplican la manifestación organizada por más de 30.000 saharauis el sábado 7 de noviembre en El Aaiún, para exigir el fin de la misión de la ONU en el Sahara (MINURSO) en el Sáhara Occidental.
Por tanto, es hora de que Christopher Ross de admitir su fracaso y entregar las llaves en lugar de exigir el derecho de ir al Sáhara Occidental, donde los separatistas del interior, teleguiados a distancia desde la sede del Polisario en Tinduf, aprovechan su presencia para poner a sangre y fuego las tranquilas ciudades del sur del Reino y sembrar a voluntad los altercados y el desorden, para que luego denuncien en las redes sociales, la represión de las fuerzas del orden.