La cuestión de los derechos humanos es una causa noble que puede ser desviada para servir oscuras intenciones, como el proyecto del gobierno sueco de reconocer la república del Sahara, no reconocida por la ONU, pero proclamada por el Polisario, el movimiento apoyado por Argelia que disputa a Marruecos la independencia de la región del Sahara Occidental.
Además de ser basado en argumentos dudosos, inspirados por la propaganda del Polisario sobre presuntas violaciónes de los derechos humanos por parte de Marruecos, el proyecto de Estocolmo va en contra de la ONU y en las principales capitales en el mundo. Ninguno de ellas reconoce una república del Sahara, la RASD, cuya existencia también es virtual en lugar de física o geográfica.
La iniciativa unilateral del gobierno sueco, abre una brecha en la posición de la propia Unión Europea sobre esta cuestión. Los Países de la UE apoyan el proceso político, de hecho, liderado por las Naciones Unidas para lograr una solución negociada al conflicto del Sáhara Occidental.
La ONU puso en marcha el proceso de Manhasset en 2007, cuando Marruecos presentó un plan de autonomía para la solución de un conflicto regional. Este proyecto tiene como objetivo dotar al territorio de amplias prerrogativas políticas, representativas y administrativas tal que permita al pueblo saharaui a la libre expresión de sus especificidades culturales.
Argel rechaza, sin embargo, pura y simplemente, el plan de autonomía y aboga en su lugar por la creación de una república saharaui, bajo el control del Frente Polisario. Y está blandiendo la cuestión de los derechos humanos y un presunto saqueo de los recursos naturales por parte de Marruecos que el movimiento saharaui apoyado por Argelia logró despertar la simpatía de países como Suecia, donde la opinión es particularmente sensible a estos temas.
Pero, más allá de la supuesta defensa de los derechos humanos, la cuestión del Sáhara Occidental es hoy más que nunca una fuente de tensión entre Marruecos y Argelia, potencialmente peligrosa para toda la región.
El riesgo geopolítico es tanto mayor que el Sáhara Occidental se encuentra en los límites de un área del Sahel, donde la inseguridad aumenta a medida que los grupos yihadistas y los movimientos separatistas llenan el vacío dejado por poderes centrales fracasados.
La posición del gobierno sueco siquiera podía equipararse con una actitud «suicida contra los intereses de Europa», como ha afirmado Pechirra Manuel, Presidente del Instituto Luso-Árabe para la Cooperación (ILAC).